La Hidratación en adultos mayores, un hábito importante

¿Cuánta agua han de beber nuestros mayores?

Existe la falsa creencia que, al envejecer y ralentizarse nuestro ritmo de vida, la cantidad de líquido que necesita el cuerpo disminuye. Esto no es así. El cuerpo sigue necesitando cantidades similares de líquido para mantener una hidratación adecuada. Los estudios indican que, en condiciones y nivel de actividad normales, los varones deben consumir 2,5 litros de agua al día y las mujeres 2,0 litros.

Por ejemplo, los expertos señalan que, con la edad, el cuerpo pierde la capacidad de sentir sed en respuesta a la falta de líquido, lo que aumenta el riesgo de sufrir deshidratación. Por lo tanto, para logar un grado de hidratación satisfactorio, las personas mayores deben prever la demanda corporal de agua, en vez de esperar siempre a tener sed para beber algo.

Además, y de forma general, la función renal se deteriora con la edad, lo que significa que se pierde más líquido y aumenta la demanda de agua.

Normalmente, en las personas mayores y en las de edad muy avanzada la deshidratación es más grave que en las personas más jóvenes y puede llegar a ser mortal. También puede aumentar el riesgo de caídas, infecciones urinarias, alteración de la función cerebral y otras afecciones.

Algunos medicamentos pueden inhibir el mecanismo de la sed y modificar el grado de hidratación de otras maneras.

En algunas personas mayores, las limitaciones de movilidad pueden restringir el acceso a las bebidas habituales, mientras que en las personas con problemas de memoria es posible que les resulte difícil recordar cuándo bebieron por última vez.

Por todas estas causas, es que hacemos hincapié en ayudar a cubrir las necesidades de hidratación de los amigos y familiares de edad avanzada, y recomiendan a cuidadores y familiares que aconsejen a las personas mayores sobre cómo hidratarse correctamente, por ejemplo, animándoles a beber distintos tipos de líquidos y ofreciéndoles bebidas en las comidas y entre horas.

Los cuidadores deben conocer los cambios en los hábitos alimenticios y en los medicamentos que se toman, ya que ello puede modificar el grado de hidratación.

La deshidratación en las personas mayores se asocia a la presencia de distintos síntomas físicos, que incluyen: disminución del grado de consciencia, sequedad en las axilas, sequedad de la boca, ojos hundidos, disminución de la tersura de la piel y prolongación del tiempo de llenado capilar (es decir, el tiempo que tarda un tejido en recuperar el color después de haber aplicado una presión). Si observa estos síntomas en una persona mayor, asegúrese de que la persona beba de inmediato, y si todavía sigue preocupándole su estado póngase en contacto con el médico.

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