Una correcta hidratación durante el embarazo, sobre todo en los meses calurosos, alivia algunos de los malestares más comunes, como el estreñimiento y las infecciones de orina.
En este artículo damos algunas pistas de cuáles son las necesidades de hidratación en esta etapa de la mujer, así como la manera más fácil de satisfacerlas.
Embarazadas: pautas para hidratarse bien
- El agua facilita el transporte de nutrientes hacia el torrente sanguíneo del feto y su distribución por todo el organismo.
- El estreñimiento, un problema habitual en la embarazada, puede empeorar si no se beben los suficientes líquidos.
- Ingerir líquidos a pequeños intervalos, ayuda a prevenir la acidez creada por los jugos gástricos y las náuseas.
- Beber más agua, incrementa la cantidad de orina y favorece la depuración de toxinas, reduce la formación de cálculos renales y el desarrollo de infecciones de vías urinarias, habituales en las embarazadas.
- El agua ayuda a evitar la deshidratación, una entidad peligrosa en las gestantes. Los síntomas son: dolor de cabeza, náuseas e, incluso, contracciones.
El papel de la hidratación en la lactancia
Durante la lactancia se ven incrementadas las necesidades hídricas de las madres. Hay que tener en cuenta que los bebés beben un promedio de 750 ml diarios de leche durante el primer medio año de vida. Por ello, las madres lactantes deben aumentar la ingesta de agua a 3 litros cada día.
Una deshidratación leve es difícil que afecte a la calidad, pero si es moderada o grave, puede cambiar tanto la cantidad de la leche como su composición. En cuanto a la época de más calor, los especialistas explican que salvo aquellos días en los que las temperaturas son más elevadas, o si el bebé sufre algún proceso gástrico (como diarrea o vómitos), la leche materna es suficiente para mantener su hidratación.